Un bajo con sorpresa

Vivienda en los bajos de un edificio de Tarragona, superficie de 130 m2, año 2006.

Este jardín es más bien un anti jardín. Queríamos todos los beneficios de un jardín, cómo si una habitación de la vivienda hubiera salido al exterior de manera que no tuviera ni paredes ni techo, pero con las plantas justas.

Había limitaciones técnicas: muro alto, a merced de las vistas de los vecinos y presencia de roca en el terreno.

El primer aspecto, que inicialmente producía “terror”, se incorporó al diseño sin problema, de hecho, determina el carácter de espacio cerrado, que hace que la vista rebote en él y vuelva al jardín de donde nunca querrá salir.El muro es atractivo por sí mismo, tanto por su acabado como por hacer de soporte al mobiliario: banco, ducha, jardineras y pequeña fuente.

Las jardineras solucionan el aspecto número tres, la presencia de roca en el terreno. Hacen de contenedores sin fondo de la planta, al mismo tiempo que crean volúmenes de diferente altura para dar profundidad al espacio. Las plantas queríamos que fueran pocas, pero con carácter.

El aspecto número dos se soluciona creando una atmósfera que permita aislarse del entorno. El entorno es el que es y no se puede cambiar, pero si se puede modificar la apreciación que uno tiene de él y aquí es donde hemos trabajado.

El diseño se ha basado en dar forma y solucionar las cuestiones técnicas que presentaba la idea inicial de la propiedad. El resultado es espectacular, se ha modificado la sensación que transmite el espacio, se han creado diferentes zonas con usos concretos y todo ello con una estética única.

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